domingo, 11 de febrero de 2018

CAPÍTULO 2. LOS SEÑORES TERRATENIENTES

     El concepto que tenemos de los terratenientes, originarios sobre todo de países con tradición monárquica, es el de descendientes de linajes enriquecidos, nobles o no, con numerosas tierras y propiedades que heredaron de sus antepasados. A partir del siglo XIX se produjeron cambios en el reparto de tierras, con las desamortizaciones decretadas en aquel siglo, lo que supuso además una transformación en los modos de explotación y la colonización de amplias extensiones anteriormente baldías, como fue el caso de los  latifundios de Santa Cruz de Mudela y los Llanos del Caudillo.

    En todos estos países con tradición monárquica los  terratenientes han seguido existiendo hasta nuestros días: quién no conoce a los Duques de Alba, los Abelló, Samuel Flores, etc. Ahora se llaman “banqueros”, “ganaderos” o “grandes empresarios”, por tradición personas muy influyentes en la política de los países con estas características. A un nivel inferior, en pueblos como el nuestro, muchos de estos terratenientes, o señoritos, siguieron teniendo un modelo de vida que los alejaba del bracero o asalariado tradicional: poseían las mejores tierras del pueblo y además también tenían varias fincas y cortijos en distintos puntos del término. La casa del pueblo era invariablemente muy amplia, con una o varias viviendas, bodegas, corrales, cuadras, almacenes, etc, que eran administrados por una plantilla de trabajadores fijos o eventuales a menudo muy extensa. Entre estos trabajadores no podían faltar el ama de llaves y las sirvientas; la niñera, la cocinera, el morillero (encargado de llevar y traer recados), mayordomo o administrador, mayorales de mulas y ganados, gañanes, muletero, guardas de fincas, caseros, jornaleros y hasta gorrineros.

Cortijo de campo. Autor: Espaciorural.com
    
      Los terratenientes, debido a su importante patrimonio y preeminencia social, tenían un peso importante en las decisiones de gobierno. El puesto de alcalde, por ejemplo, era elegido frecuentemente entre sus filas, aunque en tiempos más recientes quedaran excluidos los desafectos al Régimen. Este procedimiento permaneció inalterado durante los primeros años del Franquismo, suavizándose después a medida que el país ampliaba miras y era observado con lupa por la comunidad internacional. Puesto que el acceso a estudios superiores resultaba más fácil, también era frecuente que las plazas de médico, juez o veterinario (por decir algunas de las más eminentes) fueran copadas por los miembros de estas familias.

Vivienda de un Terrateniente
 

     El alcalde empleaba esta misma fórmula para nombrar otros cargos de la Administración del pueblo, como el de secretario del Ayuntamiento, escribientes, serenos, alguaciles, pregoneros, guardas jurados, Juez de Paz, etc. A pesar de este abuso, hay que decir en su favor que los alcaldes tenían generalmente dedicación plena a la comunidad local, velando por la administración del Ayuntamiento en colaboración  con las demás Autoridades. Quizás les movía el orgullo sano de ser el primer mandatario de su comunidad, hecho éste reflejado en convenciones sociales como procesiones religiosas, las fiestas en honor de su Patrono o Patrona, romerías, etc.  No tenían sueldo, de modo que si era necesario acudir a la capital a entrevistarse con el Gobernador, como suele decirse: “echaban su merienda, cogían la “Pava” y arreando”.


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